jueves, 5 de julio de 2007

Revistas Subterráneas el aire contra la mordaza












(Si bien esta en esta nota vemos que al autor le han faltado algunos datos, su análisis nos parece interesante. Por eso la reproducimos.)



Siempre existieron, pero ahora arrecian, se multiplican, invaden algunos quioscos. Antes los jóvenes hacían revistas literarias; ahora, se inclinan por el periodismo, contestan a la realidad.Roberto Hugo Mero
Revista El Porteño1982

Si este país quiere convertirse en policía del mundo -bramaba Davis Harris- primero va a tener que meter presa a toda su juventud". Mientras la Universidad de Berkeley escuchaba estas palabras, Noman Mailer escribía los Ejércitos de la Noche y Joan Baez y Jane Fonda acusaban al gobierno norteamericano por el genocidio en Vietnam, se estaba escribiendo una historia distinta. Donde la juventud no podía ser engañada para ir a la guerra, donde los medios de estudio y trabajo escaseaban, donde era imposible convivir con un "american way of life" cada vez más alienado de una experiencia humana.La alternativa era necesaria, pero difusa por la falta de medios de comunicación fieles a los deseos de la juventud yanki e independientes de los sistemas de comercialización. En este contexto aparecería el "Underground Press Syndicate, Liberation News Service and Cosmis Circuit". Un nombre demasiado ampuloso tal vez, pero que no tardaría en dar muestras de una vitalidad y fuerza contestataria en todo el territorio de la Unión. Sintomáticamente, y aún en condiciones dispares, en nuestro país el proceso de marginalidad de la prensa joven no llegaría sino hasta mediados de los '60, cuando la juventud comprendió -entre recitales de rock con celulares en la puerta y los cortes de pelo ordenados por Onganía- que la unidad de pensamiento no era algo simplemente deseado. Que ya se estaba transformando en necesaria.

Cultura y Contracultura

"Las mentes inventivas -editorializaba en octubre '70 la revista Contracultura- son el mayor recurso mundial. Sacúdanse el polvo, hijos e hijas de la inercia. Les proponemos aquí una especie de censo sobre el estado del alma de cada cual. De la faz meramente estadística de la vivienda y la población se ocupa otra gente. El futuro de nuestro futuro esta en nuestras manos". Palabras difíciles de comprender, comparándolas con los movimientos sociales que conmovieron al país desde el Cordobazo (1969) hasta 1973; pero que aún así testimonian el objetivo humanista de estas publicaciones de la década '60-70 y las que habrían de seguirlas.Eco (contemporáneo y Contracultura sistematizaron las ondas surgidas a partir del Mayo Francés de 1968, con toda la carga de romanticismo que vendió desde la Sorbona Conhan Bendit. Pero ambas marcaron también la adopción de un modelo jiposo que la dramática realidad nacional no podía aceptar. La idea de la contracultura significaba el rechazo al sistema económico, social, cultural y político, pero no daba alternativas de lucha para la juventud. Alternativas que serían capitalizadas después en las publicaciones que surgieron desde 1973 a 1976, con distintas características.Cuando el Bolsón dejó de ser la meca de las comunidades y el país vivía la primavera del mayo del 73 a octubre de ese mismo año, las revistas subterráneas se transformaron o desaparecieron tal como existían para asumir otro compromiso: el de una juventud que, mal o bien, luchaba por un futuro más justo.

¿Underground: Subtes o despistes?

Entre 1973 y 1976 funcionaron en Buenos Aires centros importantes de difusión cultural, talleres literarios o musicales que necesitaron medios de expresión y de análisis. Ese período estuvo también marcado por un aumento significativo en el ingreso universitario, laboral y económico; pero al mismo tiempo, golpeado por las contradicciones lógicas en una sociedad y en una juventud hasta hace muy poco amordazada.A la aparición de textos de Brecht, Beckett, Dylan Thomas, Tuñón, Hernández o Guillen, no tardaron en salir respuestas que seguían la línea hippie del golden way norteamericano o, en algunos casos, las variantes orientalistas sugeridas por Krishnamurtti, Tagore y el adefesio filosófico de Kalhil Gibrán. Como contraparte podemos tomar dos revistas: El Hemofílico (en la línea espiritualista) y Grito (en una variante sociológica) que marcaron una época de decisiones entre la búsqueda de la conciencia colectiva o la conciencia individual. Vale decir, entre la juventud como unidad o la juventud como parcialidad.El nº 1 de 'Eclipse' señalaba que "no tiene filiación política. Sólo pretende ser un vínculo de cultura y de los estados de ánimo de Zeus, su Director". Algo bien distinto a la propuesta de Todos en el Hospicio que (en octubre '76) se dirigía a que "en estas páginas tengan cabida todos aquellos que luchan por hoy y por mañana. Porque mientras se pudren los poemas en las carpetas de jóvenes creadores y los talleres y galerías de arte se hunden en la mediocridad, los comercializadores de la cultura logran sus ganancias a costa de la ignorancia".Diferencias que sirven como para determinar una lucha de valores dentro de las mismas revistas subterráneas pero, al mismo tiempo, enfoques opuestos para lograr un movimiento unitario.A pesar de los cortes, cierres y persecuciones que comenzaron a evidenciarse hacia fines de 1975, la actividad de las subtes llegó a formar una verdadera prensa alternativa semi-organizada alrededor de la Comunidad del Parque Rivadavia y (después del desalojo ordenado por Cacciatore) la del Parque Centenario, que impulsaron publicaciones como Isla, Primero Confluir y Solo Sol, impresas en mimeógrafo o duplicadas a maquina. En su conjunto, estas revistas llegaron a editar 2.000 ejemplares en cinco números, en un esfuerzo sólo comparable al logrado por Armos Moreno (Viento, Caleta Olivia, Pcia. de Santa Cruz) que pudo efectuar el recital de Surrock a tres años del Acusticazo (1972).Hacia 1975 se profundizaron las diferencias al cobrar fuerza innegable la cultura rock vinculada con el análisis sociológico, frente a publicaciones de grupos orientalistas como los Hare Krishna o neo dadaistas como El Hemofílico. Estas últimas compartían cartel de publicación mezclando algo de ecología con ciencias ocultas, esoterismo con ciencia ficción, poesía con venta de equipos musicales y, al contradecirse con las necesidades de la juventud, no tardaron en desaparecer. Es así como se llegaría al golpe de estado de 1976 que, al hallar a la prensa subterránea desorganizada, logró echar por tierra con las esperanzas que se tenían para el futuro.Había que comenzar una vez más.

Artesanal o industrial

Antes de la dispersión de marzo '76 por lo menos 30 revistas habían visto la luz y 20 de ellas habían sobrepasado el fatídico n° 1. Mensaje, Pleamar, Antimitomanía, El Perof, Parque de Ratones Blancos, A Buen Puerto, Cosecha (poesía-narrativa), Todos, en el Hospicio, Viento, Eco, Aveluz y Grito (crítica, sociología, poesía). La Mandragora, Puro Cuento, El Cuento (narrativa) habían consolidado una difusión en el público joven y una buena distribución por Corrientes.Las más grandes (Grito, 600 ejemplares, 6 números), y El Cuento, con 5 números y 600 por cada uno) contaron con staff permanente e intervención directa en Congresos como los de Rosario en 1976. Todos en el Hospicio (800 ejemplares por número, 2 números) y El Hemofílico (600 ejemplares por número, 4 números) coparon los recitales de rock y música progresiva, con muy buena calidad de impresión-diagramación, además de un intento por mantenerse en la lucha. En algunos casos (como el de Grito), lograron autofinanciarse y tener publicidad independiente, como una muestra de trabajo constante.Como dijimos, marzo del '76 significó la bancarrota. Primero, por las duras condiciones de censura y represión impuestas (que llevaron a la cárcel al director de El Hemofílico). Segundo, por el costo de las revistas. Tercero, por la negativa de gran parte de los kiosqueros de Corrientes a recibir el material por las periódicas requisas de las autoridades contra la prensa independiente.En 1976 una publicación de 12 páginas, en rotrapint, con tapa color costaba alrededor de $ 20.000. Dos años después la cifra era 100 veces más. Esto, que marcaría el fin de las "grandes de los '70" y por lo tanto un retroceso técnico y de difusión, abrió camino a las publicaciones más chicas y menos controlables, ya que, dadas las condiciones de censura muy pocos editores querían hacerse cargo de revistas con información "caliente". Esta corrida se tradujo en un incremento de las mecanografiadas y las fotocopiadas que, además de reducir costos, no corrían peligro de ser confiscadas.Esta situación volcó el trabajo entre las revistas y barrió con la competencia de las anteriores: importaba más supervivir que vender, llegar al público que apropiárselo. Y sobre todo, se logró la integración de staff más abocados al trabajo común que al estrellato personal. La realidad que se da en estas condiciones aún supervive y se duplica, al tener una organización mínima los editores como para intercambiar ideas y procurarse medios económicos (recitales, venta de libros, rifas) que cubran las pérdidas de la falta de publicidad y las dificultades de distribución.

Política y "subtes"

Las variaciones de las "subterráneas" también se dio en el tratamiento político del material. Las de corte contestatario (Eco, Todos en el Hospicio, El Cuento) y las espiritualistas (El Perof, El Hemofílico), que se dividieron la concepción del "underground", fueron un intento por dar una cara nueva a la prensa alternativa que recién se lograría en el proceso 1977-1981 con Amaru, Ultimo Reino, Aunarte y Nudos, decididamente ubicadas en lo testimonial y cultural sin dudas.El tratamiento político de los temas no se escinde del que le da la prensa comercial, aunque con otros matices. Es la ola del descontento que vive el pueblo argentino el que rompe con la mordaza -en parte- significando un nuevo intento por desenmascarar las lacras sociales. Periscopio y Contexto (entre las "subterráneas" grandes) y Celeste y Bronca (entre las chicas) abordaron temas como los de la insurrección popular en Nicaragua, el genocidio y la antidemocracia en El Salvador, o la lucha de los pueblos por una vida justa. Elementos que explican el aumento de venta y circulación frente a la caída del periodismo oficialista (Crea, 35% menos en ventas. Gente 30% menos) y al dominio censurista de la radio y T.V. Colaboraron en este crecimiento de las "subtes" el desplazamiento hacia el consumismo de publicaciones como Pelo -refrito de Melody Maker estadounidense- o la desaparición de auténticos órganos alternativos como lo fue Crisis entre el 73-76. Condicionados por el carácter comercial de su estructura y el pseudo-hippismo de su mensaje, Pelo, Expreso Imaginario, entre otras, han verificado una caída paralela a un supuesto neutralismo frente a la realidad. Asunto paralelo al aumento del volumen publicitario en sus páginas (sustentado por los mismos medios que monopolizan la radio y la T.V.) y a la onda alienante con un planteo latinoamericano de la cultura.Contra esto, las publicaciones "subterráneas" grandes y chicas, no dependen de la publicidad y por lo tanto poseen una línea independiente que permite abordar cualquier tema sin mordazas.Por supuesto, sin suicidarse.

Prensa alternativa: Voz de lucha

¿A quién se dirigen las "subtes", quién las hace?Con una desventajosa capacidad de impresión, calidad, difusión y venta las "subtes" no son ajenas hoy al mar de fondo del país. Un lugar en el cual su juventud sufre una tasa de deserción del 54%, una censura atroz en los medios de comunicación de masa, que no puede dar trabajo a los 200.000 egresados secundarios anuales, que no ofrece sino una Ley Universitaria de la Edad Media y teorizaciones belicistas y antidemocráticas en sus aulas.En medio de esta realidad, cualquier intento es positivo. Pero por sobre todo es heroico: tal vez más que en 1970-73, cuando las condiciones económicas no eran tan duras, o entre 1973-76, cuando la realidad política no obligaba al silencio. Porque significa un no renunciamiento al derecho de expresión, haciéndolo realidad. Porque se traduce en una unidad de pensamiento más allá de las falsas divisiones. Porque cobra fuerza para decir "basta" sin desesperarse por el mañana, pero construyendo un hoy de tinta y papel y dedos pegoteados en el armado y de resmas llevadas en colectivo y de la angustia por la impresión que no salió o el poema que se perdió entre los papeles.Subterráneas, Undergroun, Alternativas o como se llamen, esos n° 1 que alabó Onetti no caen jamás en el vacío. Porque son una lucha contra la estupidez disfrazada de orden, o el palabrerío que enmascara el miedo.Ya sea el de los grandes editores de saco y corbata como el de los otros: los que se olvidaron de aquellas palabras de Gieco cuando -10 años atrás-la cosa también ardía: "Gente que avanza se puede matar/ pero los pensamientos quedarán"

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